
es como si hubiesen salido de la ciudad abriéndose paso a tiros, a toda velocidad, las ruedas del coche chillando y agarrándose del pavimento con desesperación.
como si estuvieran escapando de policías con uniformes negros, con cuatro agujeros de bala en la ventana trasera y escuchando las sirenas alejarse en ecos de precipicios invertidos.
fugitivos.
por caminos de tierra que no están en los mapas, deteniéndose y observando desde los arbustos como los hombres armados en traje espacial detienen un bus de turistas y se los llevan a todos en camiones camuflados.
caminos rurales. donde, quizás, ellos aún no han llegado. donde aún los pájaros construyen nidos y crecen flores silvestres. aún más allá, en tierras del caribú.
ella va al baño y cuando regresa él ya está despierto haciendo una lista en la servilleta.
en la radio, música de pocas notas. olor a café recién filtrado y a tostadas.
vamos, hay que irse.
llovizna y oscurece. los follajes amarillos y rojos. el camino, barro.
mientras viajan, ella busca alguna estación de radio con noticias. nada. sólo encuentra una de despachos oficiales: habla del estado de sitio y del toque de queda - las patrullas dispararán a cualquiera que no vista los colores del decreto real. las mujeres a cara descubierta serán castigadas en público.
anochece mientras los tres viajan hacia el oeste.
(ilustración - frank h., - basada y modificada en una pintura de Joseph Larusso)