28.5.05

intervalo de agua


A las seis de la tarde se largó la lluvia. Dijeron que era 'lluvia de pradera'. Agua que viene desde muy lejos, desde los polos quizás y que trae esencias de tundras y matorrales que sobreviven vientos de muerte.
Era un claro día de verano, pero igual oscureció como si sobre el mundo hubiera anclado un inmenso barco de casco negro. La lluvia lo golpeaba todo con paciencia de anciana - 'el mundo es mío' comunicaba desde la nave con megáfono de truenos.

Las ciudades buscan refugio en estas circunstancias. También los hombres. Se guarecen en sus cavernas espirituales buscando el tremor de troncos encendidos y el calor de un tacto amado.
Colgó el delantal blanco, echó los guantes de latex al tacho, recorrió los pasillos vacíos y se fue. Subió la montaña a contralluvia. A la izquierda los bosques, a la derecha el precipicio, atrás quedó la ciudad enjambre.
Rayos salían desde el cielo y caían sobre el paisaje iluminando la noche en un baile frenético. Baile de un segundo, capricho eléctrico, esclavo de su propia furia. Uno allá, trazó una ese, otro aquí, se abrió en dos y golpeó los bosques.

Pensó que después de comer se sentaría en el porche con su hijo a ver llover. Sentir el peso suave del niño descansando sobre su pecho, responder a sus preguntas de lógica aterradora, escuchar caer el agua y los truenos lejanos le parecieron un programa apetitoso por el que no hubiera apostado hacía poco tiempo atrás.
Quizás ella vendría después, con tres tazas de té, una de té con leche, galletas. Cada día que pasa las cosas pequeñas le parecen más grandes y decisivas. Se sentarían a ver la tormenta y hablarían de cualquier cosa. Podrían recordar otra tormenta, lejos, en un desierto oscuro.

Le contaría al niño sobre las tormentas del desierto, le diría que debes correr y buscar terrenos altos de inmediato, pues toneladas de agua canalizada por barrancos y quebradas se dejan caer poco después sobre los bajos con fuerza de gigante arrastrándolo todo a su paso. Cada tormenta de desierto se lleva a alguien, cobra alguna vida, un caminante no experimentado, alguien desprevenido que no alcanza a llegar a las colinas. Es una muerte extraña - morir ahogado en medio de un desierto.

Ella le llamaría la atención con la mirada seguramente - 'No son historias para un niño que está por acostarse'. Quizás no, quizás sí. Quizás alguna vez esa historia, que el padre le contó una noche de lluvia sentados en el porche le salvaría la vida a ese niño cuando fuera muchacho. Quién sabe. Quizás estaba escrito que esa noche él le narrara al niño la historia de las tormentas del desierto.

Al rato, todo amainó - el barco de casco negro levantó velámen y elevó anclas para seguir su viaje en busca de otras tierras. La noche se calmó y se llenó de luciérnagas y de olor a pastos mojados.
Después (cuando el niño ya soñaba con desiertos y camellos y él se dormía de espaldas en la cama, con la boca gusto a dentrífico y sintiendo el aroma de una crema humectante) - se imaginó que su cama era una balsa arrastrada hacia el mar por la Gran Avenida, la que ya no era una avenida si no un río (¿Esto no lo había soñado antes?). A pesar de tener los ojos cerrados sentía el fulgor del sol y percibía la oscuridad cuando éste era cubierto por una nube. Cuando en el sueño abrió los ojos vió el cielo como un inmenso valle negro y en él un prado de estrellas, y vió la luna amarilla sobre el horizonte. Sintió algo muy intenso y no supo si era felicidad, libertad, amor, nostalgia... era una sensasión esférica, que lo incluía todo - incluso las penas y los olvidos. La balsa se movió cuando alguien se acomodó a su lado.
Al rato, pasó un cardúmen de peces voladores - los vieron saltar del agua en vuelo silencioso, brillando a la luz de la luna como agujas metálicas, volver a hundirse unos metros más allá, para volver a salir catapultados al cielo nuevamente. Decenas, cientos de peces voladores en camino afanoso buscando algo que sólo ellos sabían.

Cuando abrió los ojos en la mañana la tormenta se había ido. La ventana abierta era un rectángulo celeste. Escuchó correr la ducha. Pensó en levantarse y poner la cafetera. Recordó el relato sobre la lluvia del desierto y pensó en buscar un nuevo cuento para su hijo. De algún rincón le vino la siguiente escena:
"... Al parecer, necesitas ayuda para bajar del árbol."
"Eres demasiado pequeño para ayudarme - dijo Sofía."
"Una conclusión sacada precipitadamente, señorita. Eres tú la que eres demasiado grande."

¿Dónde había escuchado o leído esto? - si lo recordaba ya tenía cuento para la noche.

11 comentarios:

unsologato dijo...

Se gradecen estas lluvias, las lluvias de Doc, sus naves llegando a puerto y uno allí parado bajo la tormenta de sus palabras con un cartelito que dice bienvenida toda lluvia porque nosotros también somos gotitas y relámpagos...
Qué bueno, che!!! Y así da gusto comenzar la semana blogger.
Abrazo felinoceánico con lluvias antiguas!!!

Srta. Lee ® dijo...

Sé que no se trata de una lluvia tormentosa, pero la foto me recordó a un documental del discovery que ví este fin de semana, uno sobre la caída de Pompeya, con el volcán y toda esa historia, qué ganas de saber lo que pasaba por las mentes de la gente que vivió eso.
Lo sé, nada que ver con tu post, pero para que veas los caminos a los que pueden llevar las imágenes :)
Un gran abrazo! :)

Ángel mutante dijo...

Qué linda lluvia en tus letras. Me hizo sentir un poquito menos sola en mis tormentas. Gracias.
Besitos demoledores.
Chaooo.

Anónimo dijo...

Querido Doc
Que bella lluvia tras los cristales.
Has dejado todo el campo regado, empapado de imagenes humedas que se retienen con gusto.
Buen libro el del mundo de Sofía. Ese es, no??
Saludos

Elisa de Cremona dijo...

sí, la lluvia es buena y suave cuando uno necesita de tales presencias... pero tan dolorosa y tremenda cuando estás solita y con el alma apretada...
un beso señor redactor

Cpunto dijo...

esos peces de colores haciendo arcoiris en el cielo, manzanas de árbol, paraguas floreados,

lindo
C.

Miss Mag dijo...

sensaciones esféricas, me gustó, voy a soñar con tus tormentas y tus lluvias...en la nube de la foto hay una mujer acariciando un caballo ¿ la ves?. Gracias una vez más.

Miss Mag dijo...

Y gracias otra vez

Miss Mag dijo...

y otra vez

Miss Mag dijo...

y otra

franhilz dijo...

las gracias para tí Gato Versero, por leer estas cosas vanas...

también ví lo de Pompeya, Miss Lee, intereante y terrible - me doy por recibido del abrazo y lo devuelvo igual pascual ! (te dejé aquí, en una respuesta anterior, el dato del ajo)

sí, Ecce ese mismito es el libro, libro precioso, leído varias veces

antes de nada, me doy por recibido del beso ! - y sí, qué puedo decir, es duro estar solo(a) - es una mierda en realidad - no desesperar y mirar bien alrededor... por ahí está... lo menos pensado ! (aprender a dejarse sorprender)

gracias C., me siento honrado

en las nubes cabalgaron varios personajes, Magda... hadas, magos, caballeros, caciques, princesas de cabellos de nieve, buscadores de tesoros, mensajeros de amantes...

De nada

de nada

de ná

d na

un abrazo a todos !